martes, 1 de noviembre de 2011

En otro carnaval

Sólo al filo de la muerte, en otro carnaval, el hombre había de develar el enigma propuesto por el viejo titiritero aquella noche de copas y confidencias en la única taberna del lugar.

Los pasos que lo habían llevado hasta allí le parecían cada vez más lejanos, más confusos. Recuerdos embotados caían sobre él de forma colosal, como un torbellino difuso que lo arrastraba con fuerza hacia otra realidad, un sueño entrelazado en el que se sucedían imágenes que iban perdiendo el sentido a cada segundo. Se veía dando tumbos por aquel escenario siniestro y sombrío, donde sonrisas gélidas se volvían grotescas carcajadas que lo seguían sin descanso por cada rincón. Las palabras se entremezclaban con destellos de colores revueltos que le quemaban las retinas, los olores lo aturdían hasta insensibilizar sus extremidades...

Se miró las manos, completamente empapadas en sudor. Intentaba recordar cada detalle, una mísera pista, un atisbo de lucidez que lo guiara hacia la respuesta correcta para salvarse del final inexorable que se acercaba despacio, con cada suspiro alcoholizado.

Una densa cortina de humo los separaba. Las jarras vacías se amontonaban en un mar de densos círculos de roble mojado. Ella lo miraba impasible desde el otro lado de la mesa. Las cuencas que formaban sus ojos, aparentemente vacías, relucían con un fulgor mortecino absorbiendo y extinguiendo casi por completo la luz de las escasas velas en pie. Un cuerpo inerte con ojos de cristal, tan negros como la noche que se extendía a los alrededores de aquel lugar en los confines de la Tierra.


Ejercicio propuesto en clase de expresión y comunicación

No hay comentarios:

Publicar un comentario