Fue una despedida en la que nadie se quería ir.
Fue un desgarre caliente de-mente, de piel, de sexos.
Nos apretamos el recuerdo tan lleno, incendiados en carne.
Bocas abiertas sin espacio de articular.
Nos leímos la piel y los labios y los rincones donde habíamos estado. Y los rincones donde nunca íbamos a vernos bailar.
Despedida vestida de encuentro que nos imprimimos en la piel.