lunes, 25 de octubre de 2010

Hay combinaciones de sonidos que llegan a nuestros oídos y se cuelan hondo, nos transportan a lugares inesperados. Nos erizan la piel y revuelven nuestros sentidos, nos hacen sentir pequeños en su absoluta y compleja armonía. Afloran sentimientos enterrados, lágrimas inesperadas, abren brechas, sanan cicatrices olvidadas... Nos hacen cerrar los ojos, aprentando los párpados, fundiéndonos con el espacio y alejando todo rastro de rutina, de trazados complejos entre neuronas aturdidas...

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