Hacer fotografías con la mirada,
jugar a componer sentimientos en el aire de la noche.
Oler el invierno y la calma,
sentir el movimiento y la paz de saberse solo en un lugar.
Pedir a gritos ahogados compañía,
enfrentarnos solos al camino de vuelta a casa.
Y sentarse, porque no hay prisa, a acunar la soledad.
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el silencio és el grito más fuerte.
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